Fundación de Sopó
Después de la fundación de Santa Fe de Bogotá, se procedió al primer reparto de tierras: correspondió al Conquistador Juan Alonso la encomienda de Sopó, Cueca y Meusa. En el siglo XVI se reconocieron las tierras pertenecientes a los indígenas, se midieron sus estancias y se limitaron propiedades.
El actual pueblo de Sopó fue fundado por Fray Francisco Chacón el 25 de Mayo de 1653, por traslado a este sitio de los indios que vivían en el anterior, procedentes de los poblamientos aborígenes de Sopó, Cueca y Meusa.
En la vereda de Pueblo Viejo, situada hacia el occidente de la actual población, establecieron las autoridades españolas un resguardo de indígenas, conocido desde entonces como Sopó, donde hubo una pequeña iglesia o capilla a cargo de los dominicos, quienes desde 1612 doctrinaban allí. El nuevo pueblo de Sopó, se fundó entre 1600 y 1639, fue formado por los indios de Meusa, Cueca y Sopó. Existían entonces dos pueblos viejos, como no se amañaron en el primero, se formó pleito entre unos y otros, asunto en el que intervino el comisionado Juan de Padilla, a pesar de haberse dispuesto, en principio, que se poblaran en Meusa. El primer pueblo viejo tuvo asiento por los lados de la actual hacienda Casablanca, sitio que hoy se conoce como Briceño, sobre el camino a Tunja. De allí se mudó al punto denominado Cueca, conservando el nombre de Sopó.
Los invasores
A la llegada de los españoles, Cueca permanecía en su territorio tradicional; y lo estuvo hasta 1653. Los sopoes, como se explica mas adelante, y a partir 1540, fueron, al parecer, un pueblo de desplazados que anduvo por el valle del Teusacá durante la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII. Es de anotar que en 1553. ya existía la intención oficial de reducir a los indios Meusas y Sopóes, a un lugar donde se pudieran mantener unidos y controlados: a Cueca.
Al finalizar el siglo XVI, la principal autoridad de la Nueva Granada, el Presidente Antonio González, quién interpretaba el pensamiento político del Rey, en la ordenanza de Corregidores de 1593, de la que transcribo un aparte con su misma ortografía, dice :
“Y porque de la inclinación de los naturales se entiende que por bien y mansedumbre no hazen cossa buena y es necesario que un poco de rrigor y algunas veces mas para las hazer venir a la virtud hordeno y mando que cuando esto fuere necesario que el sacerdote avisse en secreto al corregidor el qual conforme a culpa negligencia o delito al tal yndio le castigue sin que se entienda que los sacerdotes an sido causa del tal castigo porque de aquí vendra a conseguirse lo que se desea que es que tengan amor a los sacerdotes y miedo al corregidor a los cuales encargo los caciques y capitanes que an de ser tratados con diferencia que los demás indios y mas a los cristianos que tambien les an de onrrar y tratarlos con mas benignidad que a los demas infieles porque estos vengan a conocimiento de nuestra sancta fee viendo a los cristianos mas honrrados y auentaxados en todo lo qual a los unos y a los otros encargo mucho procedan con prudencia para cossas semejantes de bien necesario”
Esta ordenanza, seguramente, fue una de las causas de la desaparición de Cueca . Entre los sacerdotes y los corregidores, todos ellos agentes y empleados del Rey, pudieron existir, incluso, violaciones del secreto de la confesión, para beneficio particular o del Estado. Para los dos pueblos hubo un sacerdote que fue el centro de todo este problema. Si él fue quién realizo, injustamente, el hecho que se referirá mas adelante, razón tendría el Santo Padre Juan Pablo II, al pedir perdón por los errores cometidos en la cristianización de América.
Tomado del texto escrito por Guillermo Sánchez. Publicado en el periodico el hablador en octubre de 2006. Cueca, una importante población de la sabana