Como puerta de entrada al municipio de Sopó, Briceño, junto a sus habitantes han construido una historia que empezó en el año de 1926, se extiende hasta hoy 2007 y continúa. El sector ha recibido varios nombres, primero la Diana, seguido de Cuatro esquinas, después el de Estación Eduardo Briceño y finalmente, Inspección de Briceño, nombre que conserva en la actualidad.
Toque de diana
En la primera década de 1900 los transeúntes deambulaban por el que llamaban el Camino Real, hoy autopista norte, que conducía del Puente del Común a los municipios de Chocontá y Tunja. Al pasar entonces el río Teusacá, se desprendía un ramal a la derecha que era la ruta hacia Sopó. Los caminos eran destapados, una casona de pared de tapia, techo de bareheque y teja de barro, llamaba la atención de los pocos que por allí pasaban, entonces, en la pequeña comunidad se estrenaba la guardia emancipadora, quien fue la encargada de tocar La Diana, y fue esa formal melodía, la que dio origen al nombre de La Diana para este sector en sus comienzos; tiempo después recibiría el nombre de Cuatro Esquinas.
Hacia 1913 hizo presencia la Dirección de Alemanes, quienes proyectan la construcción del Ferrocarril del Nordeste en la región. En 1921, el Gobierno nacional nombra como Gobernador de Cundinamarca a un joven ingeniero llamado Eduardo Briceño, fue él quien impulsó y culminó la obra férrea, proyectada para el transporte de carga y pasajeros. Se hace necesario entonces una estación para el cargue del carbón que provenía de las minas de Tibitó y del ganado de la región que venía del Guavio. La obra demandaba un nombre, y con el tiempo sería llamada, Estación Eduardo Briceño como un reconocimiento a su gobernante.
El pitazo que consiguió una fecha
La historia registra que sobre el medio día del jueves 15 de agosto de 1926, el comboy férreo con la máquina número 26 avanzaban por el sector. Tras su paso por Puente Sopó, la locomotora exhaló tres pitazos, algunos habitantes abandonaron sus quehaceres y corrieron a conocer el tren, el cual era impulsado por el vapor de carbón y rodaba sobre dos moles de hierro; se detuvo entonces en la estación, y en horas de la tarde se dio inicio a una serie de actos protocolarios propios de la época, a partir de ese momento la comunidad celebra los cumpleaños de este sector.
Por aquella época habitaban en el sector menos de una veintena de familias quienes se dedicaban al cultivo de la tierra y obtenían buenas producciones de trigo, cebada, maíz, frijol, arverja, haba, papa; pastaban también ganados vacunos, ovinos, caprinos, y era esa la actividad que constituía el soporte económico de los habitantes de esta región.
La estación férrea se convirtió en el epicentro del desarrollo de la comarca. Diariamente movilizaba pasajeros hacia la capital y las poblaciones del norte como Sesquilé Suesca y Chocontá. Para 1940, la carretera recibe por primera vez una imprimación asfaltica. Se constituye entonces la primera empresa de transporte público vehicular con un bus-camión conocido como “el combinado” que salía para Bogotá en la mañana y regresaba en la noche.
Don Briceño
Eduardo Briceño nació en Bogotá el 23 de noviembre de 1874; casado en esta ciudad, en septiembre de 1906, con doña Leonor Pardo Carrizosa, hija de Luis María Pardo y de doña María de Jesús Carrizosa Pardo. En la Guerra de los Mil Días, Briceño hizo la campaña de 1900, fue ascendido a general en Palonegro. Ocupó destacados cargos públicos: Secretario de Guerra del general Reyes; Ministro de Guerra; director de la Policía Nacional, Secretario de Gobierno de Cundinamarca y Gobernador del mismo departamento.
Escuela y progreso
En 1952, con el respaldo del párroco de Sopó, Luis Aguilera León, y por gestiones de vecinos ante la alcaldía, entre ellos Daniel Prieto Ramírez, Jesús Moreno, Milciades Ospina, Isaac Rozo y Efraín Moreno, se construye la primera escuela que recibe el nombre de la Diana, que inició su labor educativa en el segundo piso de una casona; con el tiempo es trasladada a Casaleta 100 metros al sur de la estación férrea. Años más tarde la familia Vargas de la Hacienda Aposentos dona al municipio un terreno para una escuela nueva que recibe el nombre de Aposentos. Gracias a los bingos, los bazares, las rifas y las donaciones, la obra es mejorada y funcionan los grados hasta quinto de primaria.
A finales de los años 50, se inicia el desarrollo acelerado del sector, con la construcción de la estación de expendio de gasolina llamada La Diana y la ampliación y pavimentación de la carretera central del norte. Se inicia también un proceso de loteo y edificaciones destinadas al comercio y a la gastronomía. A raíz de la instalación de la gasolinera, llega también la energía eléctrica. El acueducto de Bogotá desarrolla el proyecto de Tibitó, por lo cual constituyen las bodegas sobre los límites de Sopó y Tocancipá.
Solamente Briceño
Un factor importante en el progreso del sector, ha sido el trabajo de las Juntas de Acción Comunal. En 1966 se creó la de Aposentos. En 1974 la Urbana de Briceño. En la década de los 80s la de Hatogrande. En los 90s la de Las Quintas y por último la junta de La Diana. El 20 de diciembre de 1972 se oficializa el nombre de Briceño mediante ordenanza número 025 de la Asamblea del Departamento. Por aquellos años, Vicente Prieto, quien era presidente del Concejo municipal, creó la Inspección Departamental de policía Briceño, que funcionó hasta 1997 año en que se suprimieron las inspecciones departamen-tales dando paso entonces a la inspección municipal del lugar.
Una parroquia para todos
La comunidad fue privilegiada con la presencia del sacerdote de la época Julio Forero Rubio, fue él quien tomó la iniciativa de comprar un lote para la futura parroquia de Briceño y la atención pastoral de los sacerdotes que eran formadores en el seminario menor y los domingos presidían la eucaristía en el salón comunal. En 1997, Monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, ve oportuno que se construya una nueva parroquia, que recibiría el nombre de Cristo Maestre.
Puerta de entrada y centro de servicios
Briceño ha sido desde siempre la puerta de entrada a Sopó. Por su ubicación se ha convertido en el principal centro de servicios del municipio. Allí se encuentran los talleres de mecánica automotriz, las bombas de gasolina; los mejores clubes sociales y de golf están en las jurisdicciones del sector. Es, además, un obligado parador gastronómico. En 1998, cuando se materializa la ampliación de la carretera central, la comunidad afronta diferentes cambios, entre ellos la demolición de la entonces Escuela Rafael Pombo, que después fue reubicada en el lugar donde funciona actualmente.
Los accidentes de tránsito eran frecuentes, el sector comercial también se vio afectado, esto mientras los visitantes reconocían la nueva vía y la forma de llegar. En 1996 se retoma la celebración oficial de lo cumpleaños del lugar, y en el 2001 como parte de este acto, se da lugar al Reinado de la Simpatóa y el folclor, que este año celebra su séptima versión. A partir del año 2000 Briceño ha presenciando transformaciones en el sector urbano, la aparición de nuevos proyectos de vivienda de interés social, nuevas bombas de gasolina, el servicio del gas domiciliario, entre otros. El 95% de los habitantes de Briceño provienen de Boyacá, Tolima y Vélez Santander. Actualmente Briceño cuenta con una población aproximada de 7.000 habitantes, los mismos que hoy reclaman una mirada y atención especial a la Estación Eduardo Briceño, que aun siendo nombrada como patrimonio histórico y cultural, se encuentra en las líes del olvido.
Parador gastronómico
En la década de los 60, don Daniel Prieto, padre de Vicente Prieto quien vivía en la Finca Canavita, decide comprar un considerable terreno a orillas de la carretera central; por sugerencia de don Luis Arias construye el primer restaurante del sector llamado “El Otoño» sin embargo la especialidad del señor Prieto no era precisamente la gastronomía, entonces de Vélez Santander llega don Enrique Ardila, quien gustoso arrienda el local, y previendo la ubicación privilegiada del sector, posiciona al restaurante con los mejores platos de la comida típica santandereana. La idea de un sector de comidas prosperaba y aparece don Alirio Ardila, quien en la tienda “Los Andaluces” adapta otro restaurante.
Y como dicen por ahí » la cosa empezó a moverse» llegaron don Humberto Marino, conocido como el veleño, don Ángel Guarin proveniente de Silvania, doña Silvina, quienes organizan otros locales. En la actualidad el sector cuenta con un aproximado e 10 restaurantes, hecho que lo convierte como el principal parador gastronómico de Sopó.
Hoy Briceño y los suyos celebran y recuerdan toda su historia, aquella que empezó a correr en 1926 y que ahora en agosto de 2007 cumple 81 años, todos con el privilegio de ser contados y festejados.
Escrito por Carolina Cano. Tomado de el periódico El Hablador